Las elecciones para la Federación Estudiantil Universitaria de Durango (FEUD) se realizarán en un ambiente enrarecido, donde la intimidación, las alianzas sospechosas y las contradicciones han marcado una campaña que parece más un juego de poder que un debate de propuestas. En el centro de la polémica: la inesperada y cuestionada alianza entre Álvaro Ruacho (Eres U.J.E.D.) y Jaison Gutiérrez (Orgullo Universitario), dos figuras vinculadas al actual presidente de la FEUD, Isaac Cisneros, y ahora acusadas de repetir las mismas prácticas que los estudiantes rechazan.

La alianza que desnudó las incongruencias

Hace apenas semanas, Ruacho denunció públicamente a Gutiérrez por su presunta participación en un desfalco de más de 3 millones de pesos durante su gestión con Cisneros. Sin embargo, en un giro que dejó perplejos a los universitarios, ahora ambos aparecen coordinándose en una estrategia electoral que muchos interpretan como un intento desesperado por dividir el voto y mantener el control de la FEUD.

“Es increíble que quienes se acusaban de corrupción ahora sean aliados. ¿Dónde quedaron sus principios?”, cuestionan estudiantes en redes sociales. La falta de coherencia ha reforzado la percepción de que ambos responden a intereses ajenos a los de la comunidad estudiantil.

El fantasma de la intimidación y el abstencionismo

Como en procesos anteriores, se han reportado presiones y amenazas para disuadir la participación electoral, una táctica que busca debilitar la legitimidad del resultado. “Cada tres años es lo mismo: nos hostigan para que no votemos y así imponen a sus candidatos”, denuncian alumnos de distintas facultades.

Ante esto, Manuel Ávila (Juntos x la UJED) ha emergido no solo como candidato, sino como el símbolo de resistencia contra estas prácticas. A diferencia de sus contrincantes, su campaña se ha centrado en exigir transparencia, denunciar las irregularidades y convocar a los estudiantes a defender su voto.

Mientras Ruacho y Gutiérrez se enredan en sus propias contradicciones, Ávila ha mantenido una postura firme y coherente*, ganándose el apoyo de quienes buscan *romper con el ciclo de opacidad en la FEUD. Su llamado a garantizar elecciones limpias—incluso solicitando la intervención de autoridades—ha resonado en una comunidad harta de los mismos nombres y las mismas tácticas.

“Los estudiantes ya no creen en discursos vacíos. Quieren acciones, y en Manuel ven a alguien que no ha pactado con los de siempre”, comentó una alumna de Derecho.

¿Una elección definida por la voluntad o por el miedo?

El gran interrogante es si el respaldo masivo que Ávila ha generado se traducirá en las urnas, o si la maquinaria de intimidación y las alianzas de último momento lograrán imponerse una vez más. Lo que es claro es que los estudiantes identifican en él la única opción que no ha claudicado ante los grupos de siempre.

La FEUD está en un punto de quiebre: o se convierte en un espacio realmente representativo o seguirá secuestrada por los mismos intereses. Hoy, más que nunca, la voz de los universitarios parece decidida a exigir un cambio verdadero.


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